La microbiota intestinal puede influir en el estrés y la depresión

La microbiota intestinal podría desempeñar un papel clave en el desarrollo de trastornos psicológicos como la depresión o la ansiedad. Así lo demuestra un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad McMaster, en Canadá, y publicado en la revista Nature Communications. Este trabajo, realizado en ratones, supone un avance para comprender cómo estos microorganismos pueden llegar a modelar el comportamiento y estar implicados en patologías como algunos tipos de autismo. Próximos estudios deberán analizar hasta qué punto los resultados observados en ratones son extrapolables a la especie humana.

Los investigadores pretendían explorar qué función tienen las más de 100 billones de bacterias que pueblan nuestro tubo digestivo en el desarrollo de problemas psicológicos derivados del estrés en los primeros años de vida.

“Ya se había demostrado que el estrés temprano en personas, ya sea porque el individuo sufre abandono o malos tratos, lleva a sufrir trastornos psiquiátricos más adelante. Y eso seguramente sea debido al impacto en el sistema neuronal, que es muy plástico durante la primera etapa de vida”, explica Premysl Bercik, coautor del estudio.

En un experimento realizado con ratones, separaron a las crías recién nacidas de sus madres durante tres horas diarias a lo largo de dos semanas y media, una práctica que suele emplearse para estudiar los efectos del estrés temprano más adelante en la vida. De hecho, trabajos anteriores ya habían demostrado que los animales que eran sometidos a separación maternal, de adultos desarrollaban respuestas de estrés, ansiedad, depresión e incluso problemas intestinales. Y eso fue justamente lo que vieron Bercik y su equipo.

Entonces repitieron el mismo experimento pero esta vez con ratones sin microbiota. Y en este caso hallaron que los animales también tenían niveles elevados de corticosterona, una hormona del estrés y disfunción del intestino, como en el primer experimento. Pero de adultos, ni señal de ansiedad ni depresión.

Sin embargo, cuando transfirieron bacterias intestinales de los ratones del grupo de control a los animales que estaban estresados y sin microbiota, en pocas semanas los científicos veían cómo comenzaban a mostrar ansiedad y conductas depresivas, lo que señalaba la microbiota como posible detonante de esos trastornos.

“Hemos demostrado por primera vez que las bacterias desempeñan un papel crucial para producir ansiedad y depresión -asegura Bercik a Big Vang-. “El estrés neonatal conduce a una sensibilidad incrementada para el estrés y la disfunción intestinal que cambia la microbiota, que a su vez altera la función cerebral”.

Por el momento, este estudio se ha realizado con animales y se necesitan más investigaciones para ver si sus resultados son trasladables a adultos. “Aunque es probable que al menos en un grupo de pacientes con trastornos psiquiátricos las bacterias tengan un papel clave. De confirmarse, entonces en un futuro se podrían usar probióticos o dietas específicas para prevenir o mejorar las consecuencias del estrés en los primeros años de vida”, considera Bercik.

Dos kilos de bacterias

Nuestro tubo digestivo y el del resto de animales vertebrados contiene unos 100 billones de microbios, que pueden llegar a pesar hasta 2 kilogramos y que actúan como un solo órgano. Además de encargarse de funciones esenciales como entrenar al sistema inmunitario, producir vitaminas y descomponer nutrientes de la comida que no podemos digerir, investigaciones recientes también han descubierto que secretan sustancias químicas, algunas de las cuales son las mismas que usan las neuronas para comunicarse y regular nuestro estado de ánimo, como la dopamina o la serotonina. Y ambos órganos se intercambian mensajes y se influyen mutuamente.

El primer estudio que demostró esa comunicación entre cerebro y microbiota se publicó en la revista PNAS en 2011 y lo llevaron a cabo científicos de la Universidad Karolinska, en Suecia. En aquella ocasión, realizaron un experimento con dos grupos de ratones sanos pertenecientes a dos especies distintas y hallaron que podían cambiar el comportamiento de los animales simplemente modificando su composición bacteriana.

Tras aquel estudio se han sucedido varios que establecen relaciones entre comportamiento y microbiota, como el presentado el marzo pasado en la 4ª Cumbre Mundial de Microbiota Intestinal para la Salud de Barcelona, en el que la neurocientífica Elaine Hsiao relacionaba autismo y bacterias intestinales.

0 replies

Leave a Reply

Want to join the discussion?
Feel free to contribute!

Leave a Reply